Hace un rato estaba pensando si realmente una persona puede esconder mucho tiempo sus sentimientos, si puede anteponer lo que le hace feliz a la normalidad de su vida. Parece una pregunta fácil, todos contestaríamos que no, que mejor lo que nos hace feliz, pero ¿que pasa cuando uno lleva ya muchos años normalizando su vida?, me refiero a llevar una vida en la que siempre ha cedido a sus sentimientos, en la que sus miedos han vencido a su felicidad.
Muchos de nosotros hemos descubierto en la sumisión la forma en la que se hacen realidad todos los sentimientos que antes ocultábamos, para unos, les llega en buen momento y pueden rehacer su vida con normalidad, a otros les llega en un momento donde ya tienen todo su entorno acomodado y claro, entonces ¿qué hacer?
Yo me encuentro en los de la segunda opción, a mi, la respuestas a muchas preguntas se me contestaron cuando encontré una cosa que me hacía sacar los sentimientos que tenía dentro, una cosa que no sabía lo que era pero que sin embargo siempre la había tenido dentro, una cosa que se llamaba sumisión. Intenté compaginar esa vida nueva llena de felicidad, con la vida acomodad que me había fabricado a mi entorno sin saberlo, por el simple echo de ir escondiendo mis sentimientos, porque esos sentimientos estaban ahí, pero los iba desechando cada vez que ellos querían salir, no sabía bien lo que eran y además podían llegar a molestar mi “normalidad”. Sin embargo, al menos en mi caso, esas dos vidas paralelas y complementarias, no podía compaginarlas, fui incapaz de ello, porque no puedes engañarte a ti mismo durante mucho tiempo, y sabes que siempre que tienes 2 personas cerca, cuando complaces a una perjudicas a otra.
¿Se puede compaginar?, seguramente si, solo hay que ser fríos y saber manejar los sentimientos según que situación, pero para mí es casi imposible, porque no sé disimular ni mi felicidad ni mi tristeza.
En un momento en mi vida, en el que tuve Dueña, mucha gente me encontró cambiada, me decían que había cambiado, de ser el hombre serio, a ser el hombre de la sonrisa, y era cierto, esa fue la época en la que más tiempo he mantenido una sonrisa, porque era feliz, ¿ahora lo soy?, si, pero de distinta manera, evocando recuerdos y pensando que esta “normalidad” de mi vida también me hace feliz, con una pequeña excepción, cuando no puedo reprimir los sentimientos de entrega y sumisión a una persona.
Muchos de nosotros hemos descubierto en la sumisión la forma en la que se hacen realidad todos los sentimientos que antes ocultábamos, para unos, les llega en buen momento y pueden rehacer su vida con normalidad, a otros les llega en un momento donde ya tienen todo su entorno acomodado y claro, entonces ¿qué hacer?
Yo me encuentro en los de la segunda opción, a mi, la respuestas a muchas preguntas se me contestaron cuando encontré una cosa que me hacía sacar los sentimientos que tenía dentro, una cosa que no sabía lo que era pero que sin embargo siempre la había tenido dentro, una cosa que se llamaba sumisión. Intenté compaginar esa vida nueva llena de felicidad, con la vida acomodad que me había fabricado a mi entorno sin saberlo, por el simple echo de ir escondiendo mis sentimientos, porque esos sentimientos estaban ahí, pero los iba desechando cada vez que ellos querían salir, no sabía bien lo que eran y además podían llegar a molestar mi “normalidad”. Sin embargo, al menos en mi caso, esas dos vidas paralelas y complementarias, no podía compaginarlas, fui incapaz de ello, porque no puedes engañarte a ti mismo durante mucho tiempo, y sabes que siempre que tienes 2 personas cerca, cuando complaces a una perjudicas a otra.
¿Se puede compaginar?, seguramente si, solo hay que ser fríos y saber manejar los sentimientos según que situación, pero para mí es casi imposible, porque no sé disimular ni mi felicidad ni mi tristeza.
En un momento en mi vida, en el que tuve Dueña, mucha gente me encontró cambiada, me decían que había cambiado, de ser el hombre serio, a ser el hombre de la sonrisa, y era cierto, esa fue la época en la que más tiempo he mantenido una sonrisa, porque era feliz, ¿ahora lo soy?, si, pero de distinta manera, evocando recuerdos y pensando que esta “normalidad” de mi vida también me hace feliz, con una pequeña excepción, cuando no puedo reprimir los sentimientos de entrega y sumisión a una persona.
Sometete a los sueños que te hagan libre...siempre que sea posible.
ResponderEliminarEs difícil acptar la sumisión por que parece algo humillante a la vista de la sociedad...pero tampoco tiene por que ser algo rígido,ni exacto ,ni tiene que ser así todo el tiempo.
Cada persona,y cada sum tiene sus ritmos,sus necesidades,sus horas de ser un yo y las de ser otro.
A mi me encanta mandar,se me da bien,y sin embargo,con una persona prefiero la entega aunque no renuncio ni a lo vainilla ni a todo aquello que se me pueda ocurrir,y prefiero posiciones intermedias...cada uno ha de encontrar su forma de sentir lo que sabe que tiene,dependiendo del grado,de la necesidad,de la complementación con el resto de piezas que conforman su ser.