jueves, 3 de diciembre de 2009

Alma


Dicen que en el año 52 los científicos Francis Crick y James Watson descubrieron que al fallecer ciertas estructuras cerebrales desaparecían al morir y el peso de estas oscilan entro los 21 g, se supone que esta zona que se pierde se le denominó alma, ya que esta zona del cerebro es la que domina esas acciones de la conducta humana.
Así, si el alma pesa 21 gramos, resulta que es una minima parte de nuestro cuerpo, y yo me pregunto ¿cómo es posible que en algo tan pequeño puedan caber tantos sentimientos?, imaginar que 4 estuches de azúcar ya son los 21 gramos, a si que prácticamente podíamos meter todos nuestros sentimientos en una caja de cerillas pequeña, y entonces ¿por qué algo tan minúsculo de nuestro cuerpo nos hace sufrir tanto?
Entiendo que algo tan pequeño pueda considerarse frágil, y que por eso se rompa tan fácilmente, pero realmente lo que hace es un efecto rebote y lo que realmente rompe es el corazón, por eso las cicatrices nunca se van, esas cicatrices y el dolor que producen son las que nos hacen sentir que estamos vivos y que el alma sigue con nosotros.
La rotura del corazón van cicatrizando poco a poco, queda marcado, pero se recupera, pero ¿qué pasa con el alma?, pues que es donde nuestros sentimientos están escondidos, creo que es un sitio con muchos rincones y cajones, donde vamos depositando nuestros sentimientos, y esos sentimientos siempre están guardados, nunca se pierden, solo se pueden cambiar de lugar y ocultarlos tapándolos con otros sentimientos que antepones, porque lo único que puedes hacer es evitar el dolor que te crean, no en el alma si no en el corazón.
Bueno, toda esta disertación viene a que estaba pensando como enjaular mi alma, como sabéis el título del blog es mi alma vuela, y es ese por una razón muy concreta, porque una persona me enseño que tenía que volar, una vez me dijo que ella me había dejado libre para que volara, yo le respondí que lo que quería era volar a su lado, y sigo pensando de igual forma, por eso quiero enjaular mi alma y que deje de volar, ahora mi alma tiene que serenarse, tiene que sacar otros sentimientos que ayuden a que el corazón cicatrice, y para eso cuento con el sentimiento de cariño, con el de la amistad, y de algunas, más bien pocas personas especiales en mi vida que hacen que estos momentos sean más llevaderos, que hacen que el corazón vaya cicatrizando poco a poco, que hacen que el dolor sea más fácil de llevar.


1 comentario:

  1. En el silencio de mi reflexión
    percibo todo mi mundo interno
    como si fuera una semilla,
    de alguna manera pequeña e insignificante
    pero también pletórica de potencialidades.
    ...Y veo en sus entrañas
    el germen de un árbol magnífico,
    el árbol de mi propia vida
    en proceso de desarrollo.

    En su pequeñez, cada semilla contiene
    el espíritu del árbol que será después.
    Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol,
    Cayendo en tierra fértil,
    absorbiendo los jugos que la alimentan,
    expandiendo las ramas y el follaje,
    llenándose de flores y de frutos,
    para poder dar lo que tienen que dar.

    Cada semilla sabe
    cómo llegar a ser árbol.
    Y tantas son las semillas
    como son los sueños secretos.

    Dentro de nosotros, innumerables sueños
    esperan el tiempo de germinar,
    echar raíces y darse a luz,
    morir como semillas...
    para convertirse en árboles.

    Árboles magníficos y orgullosos
    que a su vez nos digan, en su solidez,
    que oigamos nuestra voz interior,
    que escuchemos
    la sabiduría de nuestros sueños semilla.

    Ellos, los sueños, indican el camino
    con símbolos y señales de toda clase,
    en cada hecho, en cada momento,
    entre las cosas y entre las personas,
    en los dolores y en los placeres,
    en los triunfos y en los fracasos.

    Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos,
    a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta.

    Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos
    o en relámpagos de lucidez enceguecedora.

    Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos...

    Y un día, mientras transitamos
    este eterno presente que llamamos vida,
    las semillas de nuestros sueños
    se transformarán en árboles,
    y desplegarán sus ramas que,
    como alas gigantescas,
    cruzarán el cielo,
    uniendo en un solo trazo
    nuestro pasado y nuestro futuro.

    Nada hay que temer,
    ...una sabiduría interior las acompaña...
    porque cada semilla sabe....
    cómo llegar a ser árbol...Mayte

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