Ya están casi terminadas las fiestas de pascua, y la verdad es que este año han sido un poco diferentes, el ver a la gente saltando a la cuerda, la verdad es que me ha recordado muchas cosas, me ha recordado momentos de sentimientos intensos, tumbado sobre una mesa bajita, atadas las manos a los pomos de las puertas, sintiendo la calidez de la cera y de las velas en mi piel, del dulce dolor de las pinzas en mis testículos y mi pene, y sobre todo del suave tacto de sus manos.
Otro de los recuerdos que me ha venido a la mente es un bondage en la cabeza, sentado en el suelo, desnudo, bueno, con un pequeño delantal, con las manos atadas y sintiendo como poco a poco mi cabeza y mi cara se iban escondiendo tras las cuerdas.
¿Sabéis realmente que es lo que echo de menos?, yo os lo diré, esos momentos de complicidad, esos momentos en los que realmente sientes que te estas entregando en cuerpo y alma a la persona que quieres, esa complicidad que hace que después te sientes a hablar y tengas unos momentos de risas, unos momentos en los que te olvidas de donde estas, y que lo único que tienes en tu corazón es un soplo de aire fresco, un soplo de felicidad, de aliento para continuar hacia delante, esto es lo que realmente me ha recordado esas personas saltando a la cuerda.
Y es que la mente humana es más complicada de lo que realmente pensamos, o al menos es lo que yo creo, hay momentos en los que decides que no deseas recordar y cualquier cosa te trae esos recuerdos, desde una gota de lluvia hasta el sonido de las olas chocando contra la orilla, porque sabéis una cosa, la vida está compuesta de recuerdos, intentamos olvidar los dolorosos y dejar solo los felices, por eso, cualquier cosa que nos cause felicidad no trae a la mente esos recuerdos relacionados con la visión que tus ojos llevan a la mente.
Pero lo que realmente deseamos, eso que queremos ocultar a la mente y a la vista, eso de lo que no queremos deshacernos, pero que tampoco queremos tenerlo presente, eso que es aun más complicado que la mente, eso es lo que refleja nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestras angustias, nuestra felicidad.
ayer sentada en una mesa de un restaurante mi hermano dijo una palabra, solo una y no te imaginas la de cosas k empezamos a recordar de nuestra niñez asi k ahora entiendo lo k me decias y tienes mucha razon
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