Hay momentos en la vida en los que debes tomar ciertas decisiones, unas duelen más que otras, pero hay que tomarlas, porque como suelen decir los filósofos, no tomando una decisión, ya lo estás haciendo.
La encrucijada de la que hablaba el otro día sigue ante mí, aunque algunos caminos se han ido cerrando solos y los que me quedan son los que quizá no quiera coger, aunque mirando, hay uno hacia el desierto que quizá sea el oportuno en este momento.
Creo que he dejado pasar muchos trenes por mi vida, unos serían buenos, otros quizá no tanto, pero nunca lo sabré porque los dejé pasar y no pude averiguar su destino.
Quizá ahora sea un buen momento para adentrarme en un desierto, en el cual pueda pensar únicamente en mí, en salvar lo que hay en mi corazón, en poner cada cosa en su sitio dentro de mi cabeza y a partir de ahí buscar un nuevo camino que me lleve otra vez a intentar ser feliz.
Dentro de un tiempo, cuando haya recorrido mi desierto y haya puesto en orden mi corazón y mi cabeza, será el momento de sentarme de nuevo en la estación y coger otro tren hacia donde me lleve mi destino.
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